El mundo despiadado de las nubes

José Lupia, 2020
ISBN: 978-987-3719-39-4
80 p.

Las nubes siempre me llevan primero a un cielo perfecto, infantil, en el que lo celeste se hace más brillante en el contraste con un blanco níveo aterciopelado y suave. Pero si sigo pensando en nube, aparecen otros sentidos como el andar en una nube, flotando, a veces para bien, distraido, enamorado, ajeno a cualquier problema; o por el contrario, para mal, simplemente olvidando lo que tendría que importar, con la vista en bruma sin claridad para discernir. Me dejo llevar un poco más y surge otro tipo de nubes, porque también hay nubes negras, nubes de tormenta, nubes que anuncian un cambio que puede ser devastador, incluso trágico. Nubes de huracanes, tornados, nubes de ceniza y de las que hacen llover fuego, hielo o sapos. Son muchas las formas que pueden adoptar las nubes, y eso puede ser también un juego que nos lleva al cielo con la mirada, ver lo intangible hecho algodonosas figuras nos hace volar la imaginación, descubrir lo que parecía imposible al fin realizado. También algunos libros nos alientan a encontrar lo improbable hecho realidad, a develar el enigma detrás de la naturaleza aparente de las cosas.

Eugenia Coiro

José Lupia ha construido un libro con una arquitectura fantástica. A primera vista nos llama y entramos caminando con una seguridad “realista”. Pero al adentrarnos, la voz que seguimos se metamorfosea. De pronto, esa estructura que parecía segura, se hace nubosa, efímera, tan sutil que parece elevarse. La voz
adquiere paulatinamente cuerpo y el personaje es el escritor, es el mundo-libro, es el lector. Porque no existe escritura sin lectura. “¿Qué pasa con las melodías que un viento entona en medio del desierto?”. No hay cuerpo sin otro. El desierto se instala para que aparezca lo que antes no se veía. En la línea del horizonte, irrumpe un destello, una tenue figura, un sonido lejano se acerca. No hay nada para que todo empiece. Cualquier “mundo”, otra forma de decir “libro”, necesita ser habitado, leído. Escribir es leer.


Karina Macció

 

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